Comentario
Pese a las exigencias de algunos teóricos del socialismo (Flora Tristán, La unión obrera, 1843) y los contactos del tradeunionismo inglés con los movimientos sindicales europeos, la posibilidad de llegar a un organismo internacional de coordinación pareció, durante mucho tiempo, remota y cuando se consiguió el acuerdo pareció coyuntural, y su carácter obrerista ofrecía serias reservas.La Exposición Internacional de Londres de 1862 había dado lugar al encuentro de obreros de diversos países y, en septiembre de 1864, una reunión celebrada en Saint Martin's Hall desembocó en la constitución de la Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional. El Consejo general tenía su sede en Londres y reuniría congresos anuales. Estaba formado por una amplia mayoría de representantes ingleses, a los que se añadían algunos franceses, italianos y alemanes (entre ellos el propio Marx).Marx, que redactó el llamamiento inaugural, prefirió por eso rehuir las definiciones doctrinales, y se limitó a subrayar las tareas de coordinación del nuevo organismo. En todo caso, quiso dejar claro que el nuevo organismo pretendía la conquista del Estado, ya que la redención del proletariado tenía que ser obra de los propios obreros. El objetivo de la Asociación tendría que ser la abolición completa de cualquier gobierno de clase.Sin embargo, la Internacional había surgido con ocasión de una reunión para apoyar el movimiento revolucionario de los independentistas polacos y, junto a los delegados específicamente obreros, participaron nacionalistas mazzinianos, demócratas franceses y nacionalistas húngaros.Las cifras de afiliación (50.000 en Inglaterra, frente a los 800.000 afiliados con que contaban las Trade Union; 20.000 en Francia; algo menos en España) permiten concluir que se trató de un movimiento minoritario. En el congreso de Ginebra, de septiembre de 1866, se aprobarían unos Estatutos en los que se señalaban que los fines de la Asociación eran "la ayuda mutua, el progreso y la completa liberación de la clase obrera".En los momentos iniciales adquirieron mucha importancia en la orientación de la Internacional los elementos proudhonianos (pacíficos), lo que provocó tensiones con los marxistas (revolucionarios) en los congresos de Ginebra y Lausana (1867), que no se resolvieron hasta que, en el congreso de Bruselas de 1868, Marx consiguió el respaldo de los delegados belgas. Para entonces, sin embargo, cobró fuerza el enfrentamiento con Bakunin que trataba de obtener el control de la Internacional a través de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, fundada por él. El Consejo General de la Internacional rechazó la incorporación de los bakuninistas en bloque, pero las tensiones se prolongarían en los comienzos de los años setenta.Aunque la Internacional resultó bastante inoperante, sus proclamaciones de que los trabajadores tenían que tomar el poder para implantar el colectivismo, así como la impresión causada por la Comuna de París, de la que se hizo responsables a los internacionalistas, llevaron a que los comités nacionales de diversos países fueran perseguidos por la policía.Por lo demás, la Internacional se encontraba ya debilitada por las tensiones entre los seguidores de Marx y los de Bakunin, que fueron expulsados en el congreso de La Haya, de 1872. La disolución de la Internacional, en 1876, sólo sirvió para levantar acta de lo que ya era un completo fracaso.